En "Crónica del alba", de Ramón J. Sender , que trata sobre sus recuerdos infantiles hay, Pedro, una referencia a "el italiano", un músico que iba por los pueblos o los interesados acudían a él para que les enseñara música. Mi abuelo aprendió con él, con "el italiano". Sus padres eran italianos, aunque él había nacido en España. Casualidades de la vida que ahora recuerdo.
Creo que vi ambas, aunque me acuerdo más de la primera. Una de las mejores películas del cine español. Imagino que retrata muy bien lo que significaba la itinerancia. Pero es extraordinario el tratamiento del envejecimiento y la memoria. Esa angustia que vive el protagonista, al final de sus días, cuando no es capaz de deslindar lo que es real de lo que es imaginado, está muy bien tratada. La vi siendo muy joven y me impactó. La recuerdo hoy, cuando, a causa de mi incierta edad, los recuerdos se van borrando y difuminando.
La del "Club Virginia", con Jorge Sanz, si no recuerdo mal, era una trama similar (la itinerancia y las relaciones dentro del grupo), trasladada al mundo de la música. Imagino que identificas muchas de las vivencias de tu familia.
No sé, a veces creo que paso de ir al paso a ir al galope, sin paso intermedio. Que no troto, digo.
Creo que también hay, Alberto, en esas películas, sobre todo en la primera, si no recuerdo mal, una descripción de cómo el cine estaba tomando el relevo del teatro en los pueblos. Pues bien, no exactamente así, pero algo parecido sucedía en los primeros años ochenta en los pueblos a los que la Orquesta iba, yo mismo con ellos muchas veces. Una manera diferente de tocar y presentarse ante el público, caracterizada por unos equipos de sonido mejores, una puesta en escena más pensada y actual, unos arreglos de las canciones que copiaban nota por nota, o casi, el disco original, un repertorio al día... y más cosas, estaba sustituyendo a la otra manera, que yo veía en la Orquesta Ríos. Aunque ellos tenían otras virtudes, no pequeñas vistas desde ahora. No sucedió de forma rápida, sino gradual, pero yo era consciente de que estaba sucediendo y que asistía a la desaparición de una manera de entender las cosas. En fin, suelo pensar que fue el verano del 82, cuando éramos conscientes, al menos muchos, de que los socialistas ganarían sin duda las elecciones de octubre, la fecha en la que ellos, los mayores de entonces, fueron sustituídos por los que éramos jóvenes. Hay muchas más cosas relacionadas con esa Orquesta, aunque de nosotros creo que sólo quedamos mi primo y yo, que las sepamos.
Todo son cambios. Cuando tu familia empezó con la orquesta, supongo que sería una completa revolución.
Hay una imagen que me viene a la cabeza: en un circo (el mayor ejemplo de itinerancia artística) que ahora encuentras de pascuas a ramos y que los niños van, semiobligados -porque les llevamos los mayores, que recordamos cómo nos gustaban-, ellos no dejan de ver que el payaso está viejo y es alcohólico, que la lona está rasgada, los vehículos abollados, los carteles llenos de desconchones y que tiene un olor pestilente, mientras nosotros vimos lo que fue algún día y lo que significó para nosotros. Ese circo yo lo veo gastado, pero sé que, cuando iba con mi padre, él lo veía reluciente, recién pintado, me hablaba de Pompof y Teddy y Nabucodonosorcito y de cuando, en Nueva York, camino de Cuba, fue a una sesión en el Ripling.
Yo no le entendía. Mis hijos sólo se acuerdan del día que Fofito (viejo y alcohólico, pero ellos no lo notaron), me sacó a la pista y todo el público se rió conmigo de mí.
Yo no recuerdo muchas historias de mi familia, porque crecí con la TV y me aburría la charla de los mayores. Mis hijos van mucho más allá. Nunca tendremos oportunidad de recuperar esas historias que, si no son escuchadas, teminan en el olvido.
Por eso, tu esfuerzo en mantener fresca la memoria de tu familia (y de una época) es un esfuerzo encomiable.
Creo, Alberto, que se sentían algo diferentes, de hecho lo eran, de la misma manera que me sentía yo cuando en los años setenta tenía que decir la profesión de mi padre, y de toda la familia, un exotismo entonces. Bueno, te acostumbras y luego te da igual.
En mi clase de secundaria yo era el único que tocaba un instrumento. Mi padre y mi tío habían tocado en un circo, mi abuelo acompañado a un ciego como lazarillo,habían compuesto canciones, tocado en infinidad de fiestas mayores y menores de muchísimos pueblos, eran, comparados con otros, hombres de mundo, acostumbrados a tratar con la gente, con gente muy diversa. y eran de pueblo, a la vez, y habían sido pobres.
He leído tu comentario atentamente, como siempre. Solemos comentar con mi primo que si no escribimos estas historias, las mil y una anécdotas que ellos habían vivido y nosotros, a veces, también, desaparecerán. Más que intentar mantener fresca la memoria lo que intento es ordenar las partituras de mi abuelo, de mi tío y padre, sus memorias, que también las tienen (es una familia, esta, que le da a todo), sus papeles... ordenarlo y que nuestros hijos sepan de dónde proceden, para su sorpresa. En fin, continuará.
Las orquestas siguen yendo por los pueblos. A mi me gusta escucharlas y reconocer su esfuerzo, bailando en la plaza. En mi pueblo serrano, las fiestas son en octubre y hace frío. Qué menos estar allí, admirando su trabajo que a veces tardan meses en cobrar. Les admiro. Por eso me gusta ese tipo de homenaje que si estuviera más cerca acudiría y disfrutaría mucho.
Gracias, Noite, ahora se han modernizado, para algunas cosas, las orquestas, al menos las pocas que conozco, ya que no sigo de cerca ese mundo a pesar de tener muchos conocidos. La crisis le ha afectado muchísimo. Ellos, mi padre, mi tío, mi abuelo, los que iban con ellos, mi primo, yo también, vivieron y vivimos el paso de la orquesta que cantaba la misa de la fiesta mayor, hacía pasacalles por todo el pueblo o ronda con un jotero, tocaba en las vaquillas, incluso, estaban tres o los días que fueran, toda la fiesta, en el mismo pueblo comiendo y durmiendo, si no había fonda u hostal, por las casas particulares, hacían baile de fiesta mayor por la tarde y luego, por la noche... pasaron de eso a tocar algo más moderno y mejor. Yo todavía vivi el final de ese periodo, con todos esos detalles. Hay muchísimas anécdotas de todo tipo.
* Es la primera vez, creo, que veo escrito la frase anterior. Me gusta. Se suele escribir, humildes, que no tiene nada que ver la pobreza con la humildad. Ser pobre no es un delito.
Le felicito por reconocer que entonces eran pobres y cargados de ilusiones, buscándose la vida con lo que les gustaba. Todo un arte de valientes.
Te mandaré, Noite, el enlace al vídeo de Televisión Aragón en el que el conductor del programa habla, efectivamente yvrefiriéndose a la orquesta, de personas humildes, no dice pobres. Eran ambas cosas, realmente.
Sabes cuánto me hubiera gustado estar y que te deseo un buen éxito.
ResponderEliminarTodavía falta un mes, Pedro, pero gracias, estás invitado.
EliminarUn abrazo
En "Crónica del alba", de Ramón J. Sender , que trata sobre sus recuerdos infantiles hay, Pedro, una referencia a "el italiano", un músico que iba por los pueblos o los interesados acudían a él para que les enseñara música. Mi abuelo aprendió con él, con "el italiano". Sus padres eran italianos, aunque él había nacido en España. Casualidades de la vida que ahora recuerdo.
EliminarUn abrazo
Qué grande, el día. Y qué grandísima, la idea.
ResponderEliminarLos que tenemos una edad sabemos todo lo que significaron, en alegría para todos, esas orquestas.
Más que un homenaje es un recuerdo, Nán, a esa orquesta, y a todas las otras como ella.
EliminarUn abrazo
¡Qué alegría más grande!
ResponderEliminarEnhorabuena a toda la familia.
Gracias, Alberto. ¿Has visto "El viaje a ninguna parte", o, mejor aún, "Club Virginia"?
EliminarUn abrazo
Creo que vi ambas, aunque me acuerdo más de la primera. Una de las mejores películas del cine español. Imagino que retrata muy bien lo que significaba la itinerancia. Pero es extraordinario el tratamiento del envejecimiento y la memoria. Esa angustia que vive el protagonista, al final de sus días, cuando no es capaz de deslindar lo que es real de lo que es imaginado, está muy bien tratada. La vi siendo muy joven y me impactó. La recuerdo hoy, cuando, a causa de mi incierta edad, los recuerdos se van borrando y difuminando.
EliminarLa del "Club Virginia", con Jorge Sanz, si no recuerdo mal, era una trama similar (la itinerancia y las relaciones dentro del grupo), trasladada al mundo de la música. Imagino que identificas muchas de las vivencias de tu familia.
No sé, a veces creo que paso de ir al paso a ir al galope, sin paso intermedio. Que no troto, digo.
Gracias, JL.
Creo que también hay, Alberto, en esas películas, sobre todo en la primera, si no recuerdo mal, una descripción de cómo el cine estaba tomando el relevo del teatro en los pueblos. Pues bien, no exactamente así, pero algo parecido sucedía en los primeros años ochenta en los pueblos a los que la Orquesta iba, yo mismo con ellos muchas veces. Una manera diferente de tocar y presentarse ante el público, caracterizada por unos equipos de sonido mejores, una puesta en escena más pensada y actual, unos arreglos de las canciones que copiaban nota por nota, o casi, el disco original, un repertorio al día... y más cosas, estaba sustituyendo a la otra manera, que yo veía en la Orquesta Ríos. Aunque ellos tenían otras virtudes, no pequeñas vistas desde ahora. No sucedió de forma rápida, sino gradual, pero yo era consciente de que estaba sucediendo y que asistía a la desaparición de una manera de entender las cosas. En fin, suelo pensar que fue el verano del 82, cuando éramos conscientes, al menos muchos, de que los socialistas ganarían sin duda las elecciones de octubre, la fecha en la que ellos, los mayores de entonces, fueron sustituídos por los que éramos jóvenes. Hay muchas más cosas relacionadas con esa Orquesta, aunque de nosotros creo que sólo quedamos mi primo y yo, que las sepamos.
EliminarUn abrazo
Todo son cambios. Cuando tu familia empezó con la orquesta, supongo que sería una completa revolución.
EliminarHay una imagen que me viene a la cabeza: en un circo (el mayor ejemplo de itinerancia artística) que ahora encuentras de pascuas a ramos y que los niños van, semiobligados -porque les llevamos los mayores, que recordamos cómo nos gustaban-, ellos no dejan de ver que el payaso está viejo y es alcohólico, que la lona está rasgada, los vehículos abollados, los carteles llenos de desconchones y que tiene un olor pestilente, mientras nosotros vimos lo que fue algún día y lo que significó para nosotros. Ese circo yo lo veo gastado, pero sé que, cuando iba con mi padre, él lo veía reluciente, recién pintado, me hablaba de Pompof y Teddy y Nabucodonosorcito y de cuando, en Nueva York, camino de Cuba, fue a una sesión en el Ripling.
Yo no le entendía.
Mis hijos sólo se acuerdan del día que Fofito (viejo y alcohólico, pero ellos no lo notaron), me sacó a la pista y todo el público se rió conmigo de mí.
Yo no recuerdo muchas historias de mi familia, porque crecí con la TV y me aburría la charla de los mayores.
Mis hijos van mucho más allá. Nunca tendremos oportunidad de recuperar esas historias que, si no son escuchadas, teminan en el olvido.
Por eso, tu esfuerzo en mantener fresca la memoria de tu familia (y de una época) es un esfuerzo encomiable.
Gracias JL
Creo, Alberto, que se sentían algo diferentes, de hecho lo eran, de la misma manera que me sentía yo cuando en los años setenta tenía que decir la profesión de mi padre, y de toda la familia, un exotismo entonces. Bueno, te acostumbras y luego te da igual.
EliminarEn mi clase de secundaria yo era el único que tocaba un instrumento. Mi padre y mi tío habían tocado en un circo, mi abuelo acompañado a un ciego como lazarillo,habían compuesto canciones, tocado en infinidad de fiestas mayores y menores de muchísimos pueblos, eran, comparados con otros, hombres de mundo, acostumbrados a tratar con la gente, con gente muy diversa. y eran de pueblo, a la vez, y habían sido pobres.
He leído tu comentario atentamente, como siempre. Solemos comentar con mi primo que si no escribimos estas historias, las mil y una anécdotas que ellos habían vivido y nosotros, a veces, también, desaparecerán. Más que intentar mantener fresca la memoria lo que intento es ordenar las partituras de mi abuelo, de mi tío y padre, sus memorias, que también las tienen (es una familia, esta, que le da a todo), sus papeles... ordenarlo y que nuestros hijos sepan de dónde proceden, para su sorpresa. En fin, continuará.
Un abrazo
¡Mucho éxito!
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Myriam, siempre ha ido todo bien.
EliminarUn abrazo
Muchísimas felicidades. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarGracias, Jesús, sé que te alegras mucho.
EliminarUn abrazo
Las orquestas siguen yendo por los pueblos. A mi me gusta escucharlas y reconocer su esfuerzo, bailando en la plaza. En mi pueblo serrano, las fiestas son en octubre y hace frío. Qué menos estar allí, admirando su trabajo que a veces tardan meses en cobrar. Les admiro. Por eso me gusta ese tipo de homenaje que si estuviera más cerca acudiría y disfrutaría mucho.
ResponderEliminarGracias, Noite, ahora se han modernizado, para algunas cosas, las orquestas, al menos las pocas que conozco, ya que no sigo de cerca ese mundo a pesar de tener muchos conocidos. La crisis le ha afectado muchísimo.
EliminarEllos, mi padre, mi tío, mi abuelo, los que iban con ellos, mi primo, yo también, vivieron y vivimos el paso de la orquesta que cantaba la misa de la fiesta mayor, hacía pasacalles por todo el pueblo o ronda con un jotero, tocaba en las vaquillas, incluso, estaban tres o los días que fueran, toda la fiesta, en el mismo pueblo comiendo y durmiendo, si no había fonda u hostal, por las casas particulares, hacían baile de fiesta mayor por la tarde y luego, por la noche... pasaron de eso a tocar algo más moderno y mejor. Yo todavía vivi el final de ese periodo, con todos esos detalles. Hay muchísimas anécdotas de todo tipo.
Un abrazo
y habían sido pobres.
ResponderEliminar* Es la primera vez, creo, que veo escrito la frase anterior. Me gusta. Se suele escribir, humildes, que no tiene nada que ver la pobreza con la humildad. Ser pobre no es un delito.
Le felicito por reconocer que entonces eran pobres y cargados de ilusiones, buscándose la vida con lo que les gustaba. Todo un arte de valientes.
Te mandaré, Noite, el enlace al vídeo de Televisión Aragón en el que el conductor del programa habla, efectivamente yvrefiriéndose a la orquesta, de personas humildes, no dice pobres. Eran ambas cosas, realmente.
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