Sigue siendo, tiempo después, una foto excelente que he revisitado con agrado. Y esto no es una boutade: la resistencia de las obras en el tiempo es vital para su valor.
Pues sí, Nán, la resistencia es vital para el valor de las obras. Quizás por eso vuelvo a poner las que creo que lo van resistiendo más o menos bien. Pero debo de comenzar algún proyecto nuevo, eso también. Un abrazo
Algunos, sin ser adolescentes, tenemos veranos demasiado largos, lo que aprovecho para avisar de una desconexión de dos meses. Muy pronto. Antes deberé hacer un envío, hacia Binéfar.
Suerte tienes, Alberto, con los veranos demasiado largos. Supongo que antes se veraneaba, ahora hay que proponerse veranear, no hacer nada, no cansarte más en vacaciones que trabajando. En fin, este mundo que vivimos. Un abrazo
Me recuerda a la manera en que se muestra en las ciudades y sus barrios el núcleo duro del verano: en las ausencias, en los espacios muertoss y a la espera del regreso de sus habitantes.
Mucho de lo que me rodea es feo, sin paliativos, como en muchos otros lugares. Se puede vivir rodeado de fealdad y no morir en ese hecho, Xuan. Un abrazo
¡Feliz verano!
ResponderEliminarGracias, Myriam, igualmente.
EliminarUn abrazo.
Esto es un repe (no el comentario, sino la foto).
ResponderEliminarAndamos flojos de fotos nuevas que valgan la pena, Nán, esa es la verdad.
EliminarSigue siendo, tiempo después, una foto excelente que he revisitado con agrado. Y esto no es una boutade: la resistencia de las obras en el tiempo es vital para su valor.
ResponderEliminarPues sí, Nán, la resistencia es vital para el valor de las obras. Quizás por eso vuelvo a poner las que creo que lo van resistiendo más o menos bien. Pero debo de comenzar algún proyecto nuevo, eso también. Un abrazo
EliminarSiempre te lo he dicho: me gusta tu tratamiento en blanco y negro de estos espacios cotidianos que aparecen al que mira sin ver faltos de belleza
ResponderEliminarHe aprendido, Pedro, o creo haberlo hecho, que yo cazo mariposas, no elefantes, así que debo mirar con atención mi entorno inmediato, allí está todo.
EliminarUn abrazo
El tiempo pasa más despacio en verano.
ResponderEliminarO, quizá, puede que no pase nunca y todos los veranos sean lo mismo.
Felicidad.
Gracias.
Como los veranos de la adolescencia, esos veranos tan largos, no hay otros, creo. En fin.
EliminarAlgunos, sin ser adolescentes, tenemos veranos demasiado largos, lo que aprovecho para avisar de una desconexión de dos meses. Muy pronto.
EliminarAntes deberé hacer un envío, hacia Binéfar.
Gracias.
Suerte tienes, Alberto, con los veranos demasiado largos. Supongo que antes se veraneaba, ahora hay que proponerse veranear, no hacer nada, no cansarte más en vacaciones que trabajando. En fin, este mundo que vivimos. Un abrazo
EliminarMe recuerda a la manera en que se muestra en las ciudades y sus barrios el núcleo duro del verano: en las ausencias, en los espacios muertoss y a la espera del regreso de sus habitantes.
ResponderEliminarMucho de lo que me rodea es feo, sin paliativos, como en muchos otros lugares. Se puede vivir rodeado de fealdad y no morir en ese hecho, Xuan. Un abrazo
EliminarMenos asfalto
ResponderEliminary más migas a la pastora
nos hacen falta.
Que el betún
solo refleja
negrura
aunque sea
en fotos tan sugerentes
como las tuyas.
Más migas a la pastora y mas monte, eso nos hace falta. Pero hay lo que hay: falsificaciones.
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