Sí, leí ese libro, que me ayudó a entender y empatizar con los romanos. Es cierto que el turismo de masas está destruyendo la satisfacción que da la belleza, pero en Roma, salvo en algunos puntos muy concretos, es soportable. No como en Venecia, adonde he decidido no volver nunca: en ésta llegan los cruceros, cada uno de los cuales arroja por una hora a muchos miles de turistas. Y la estrechez de las calles hace que sea insoportable. TRoma es más amplia y abierta.
No hemos estado en Venecia, solo he visto algunos capítulos de la serie de Donna Leon, creo que se llama. Y leí "La muerte en Venecia" cuando no era ni siquiera capaz de entenderla bien. Pero me siento cerca de lo italiano, claro, como supongo que le ocurre a mucha gente. Antes de morir debería de estar en Venecia, supongo, pero creo que puedo pasar sin eso. Roma: ahora que la tengo reciente quizás sólo con esa ciudad sea suficiente para encontrar sentido a la vida. Obviando el Vaticano incluso. Incluso no: obligado obviar el Vaticano.
Sí, leí ese libro, que me ayudó a entender y empatizar con los romanos. Es cierto que el turismo de masas está destruyendo la satisfacción que da la belleza, pero en Roma, salvo en algunos puntos muy concretos, es soportable. No como en Venecia, adonde he decidido no volver nunca: en ésta llegan los cruceros, cada uno de los cuales arroja por una hora a muchos miles de turistas. Y la estrechez de las calles hace que sea insoportable. TRoma es más amplia y abierta.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hemos estado en Venecia, solo he visto algunos capítulos de la serie de Donna Leon, creo que se llama. Y leí "La muerte en Venecia" cuando no era ni siquiera capaz de entenderla bien.
ResponderEliminarPero me siento cerca de lo italiano, claro, como supongo que le ocurre a mucha gente. Antes de morir debería de estar en Venecia, supongo, pero creo que puedo pasar sin eso.
Roma: ahora que la tengo reciente quizás sólo con esa ciudad sea suficiente para encontrar sentido a la vida. Obviando el Vaticano incluso. Incluso no: obligado obviar el Vaticano.
Un abrazo posnavidad, ¡qué descanso!