Ruido, por una parte; aprovechamiento de las circunstancias, por otro. Religiosidad y materialismo, todo junto. Nos gustó Roma, podría vivir allí un par de años sin ningún problema.
Tengo la impresión de haber pasado por esa misma calle hace ya muchos años. Así se hace eterna Roma en el interior de nuestros recuerdos y el tópico adquiere sentido.
Bueno. Roma existe, supongo, en las películas que hemos visto; en el latín de mi bachillerato; en las letras de los motetes que cantaba de niño en la Escolanía del Pilar de Zaragoza; en la misa en latín que me sabía, cosas del oficio de monaguillo cantante casi profesional, de memoria; en Pasolini, en Sciacia, en Montalbano, en Giovanni, aquí al lado; en mi primera visita a Italia en coche, 1200 kilómetros de ida hasta Pescia; en los curas que conozco de normal, sin esfuerzo, así como las monjas que traté de niño.
En fin, en los ojos ilusionados de mi mujer cuando paseamos hace menos de un mes sin nada que hacer, durante unos días de diciembre, por allí.
También en la normalidad con que la viven algunos de mis amigos y amigas (Oksana, por ejemplo, estupenda pianista ucraniana compañera de trabajo con la que quedamos para comer en Roma, junto a su marido, ¿todas las pianistas de Ucrania tocan así de bien y son tan sensatas?), para los que viajar es algo normal. No para mí, al que impresionan los aeropuertos, que no hablo inglés, que me cuesta manejarme en los automatismos de las máquinas... y que no pensaba que viajaría más allá de Madrid o de Barcelona nunca.
Bendigan también a las motocicletas y coches? Lo hace la iglesia en el sur de de Holanda, la catolica, e igual lo hace la iglesia griega en la isla donde vive mi hermana Barbara.
Hay un día aquí en el que también bendicen a los coches y a las máquinas. Y otro, creo, a los animales, para San Antón, que creo que es ahora en enero. Algunas de estas tradiciones religiosas han desaparecido del todo, otras se mantienen más o menos con el mismo o parecido significado.
Aquí hay una iglesia del centro, cercana a mi casa, en el que el día de San Antón bendicen a los animales. La calle se llena de perros gatos, loros... todo lo imaginable, y el cura va pasando con el hisopo y les echa agua bendita. Alguna vez he pasado a verlo porque es un bullicio genial.
Venecia es mi ciudad preferida en el mundo. Incluso le propuse a Lola que nos fuéramos a vivir allí, a la isla de la Giudeca, que está enfrente. Pero aunque siempre tuvo muchos turistas, se la han cargado los cruceros, que pasan por allí y vomita cada uno 4.000 turistas. Cada día llegan 4, 6, 8 cruceros. No hay ciudad que resista eso.
Roma es otra cosa porque, aparte de lo hermosa que es (puedes pasear por una calle y encontrar iglesias y edificios barrocos que son una maravilla) tiene algo de un valor incalculable: los romanos. ¡Me encantan!
De acuerdo contigo, Nán. Hisopo. Una de las veces en las que Franco y su mujer Carmen vinieron a Zaragoza yo era uno de los dos infantes encargados de ofrecer el hisopo cuando Franco entrara en el Pilar, para recibirlos católicamente.
Recuerdo que le ofrecí el hisopo a Franco, luego a su mujer y que ella, tocándome la cabeza levemente dijo. "Qué majicos". Y eso fue todo. En fin, tenemos un pasado que en el mundo actual no sé si lo asimilarían como algo normal. Yo vengo a ser un facha, según los parámetros catalanes. Hoy vuelvo a Lleida y espero que mis amigos y amigas (sobre todo la ucraniana Oksana y la aragonesa Ana, y los catalanes Iván e Ignasi me aprecien por lo que soy al margen de mi identidad autonómica, pero no sé.
perefecto y casual resumen de Roma
ResponderEliminarRuido, por una parte; aprovechamiento de las circunstancias, por otro. Religiosidad y materialismo, todo junto. Nos gustó Roma, podría vivir allí un par de años sin ningún problema.
EliminarUn abrazo
Tengo la impresión de haber pasado por esa misma calle hace ya muchos años. Así se hace eterna Roma en el interior de nuestros recuerdos y el tópico adquiere sentido.
ResponderEliminarBueno. Roma existe, supongo, en las películas que hemos visto; en el latín de mi bachillerato; en las letras de los motetes que cantaba de niño en la Escolanía del Pilar de Zaragoza; en la misa en latín que me sabía, cosas del oficio de monaguillo cantante casi profesional, de memoria; en Pasolini, en Sciacia, en Montalbano, en Giovanni, aquí al lado; en mi primera visita a Italia en coche, 1200 kilómetros de ida hasta Pescia; en los curas que conozco de normal, sin esfuerzo, así como las monjas que traté de niño.
EliminarEn fin, en los ojos ilusionados de mi mujer cuando paseamos hace menos de un mes sin nada que hacer, durante unos días de diciembre, por allí.
También en la normalidad con que la viven algunos de mis amigos y amigas (Oksana, por ejemplo, estupenda pianista ucraniana compañera de trabajo con la que quedamos para comer en Roma, junto a su marido, ¿todas las pianistas de Ucrania tocan así de bien y son tan sensatas?), para los que viajar es algo normal. No para mí, al que impresionan los aeropuertos, que no hablo inglés, que me cuesta manejarme en los automatismos de las máquinas... y que no pensaba que viajaría más allá de Madrid o de Barcelona nunca.
Un abrazo
Bendigan también a las motocicletas y coches? Lo hace la iglesia en el sur de de Holanda, la catolica, e igual lo hace la iglesia griega en la isla donde vive mi hermana Barbara.
ResponderEliminarHay un día aquí en el que también bendicen a los coches y a las máquinas. Y otro, creo, a los animales, para San Antón, que creo que es ahora en enero. Algunas de estas tradiciones religiosas han desaparecido del todo, otras se mantienen más o menos con el mismo o parecido significado.
EliminarUn abrazo
Aquí hay una iglesia del centro, cercana a mi casa, en el que el día de San Antón bendicen a los animales. La calle se llena de perros gatos, loros... todo lo imaginable, y el cura va pasando con el hisopo y les echa agua bendita. Alguna vez he pasado a verlo porque es un bullicio genial.
ResponderEliminarVenecia es mi ciudad preferida en el mundo. Incluso le propuse a Lola que nos fuéramos a vivir allí, a la isla de la Giudeca, que está enfrente. Pero aunque siempre tuvo muchos turistas, se la han cargado los cruceros, que pasan por allí y vomita cada uno 4.000 turistas. Cada día llegan 4, 6, 8 cruceros. No hay ciudad que resista eso.
Roma es otra cosa porque, aparte de lo hermosa que es (puedes pasear por una calle y encontrar iglesias y edificios barrocos que son una maravilla) tiene algo de un valor incalculable: los romanos. ¡Me encantan!
De acuerdo contigo, Nán. Hisopo. Una de las veces en las que Franco y su mujer Carmen vinieron a Zaragoza yo era uno de los dos infantes encargados de ofrecer el hisopo cuando Franco entrara en el Pilar, para recibirlos católicamente.
ResponderEliminarRecuerdo que le ofrecí el hisopo a Franco, luego a su mujer y que ella, tocándome la cabeza levemente dijo. "Qué majicos". Y eso fue todo.
En fin, tenemos un pasado que en el mundo actual no sé si lo asimilarían como algo normal. Yo vengo a ser un facha, según los parámetros catalanes. Hoy vuelvo a Lleida y espero que mis amigos y amigas (sobre todo la ucraniana Oksana y la aragonesa Ana, y los catalanes Iván e Ignasi me aprecien por lo que soy al margen de mi identidad autonómica, pero no sé.
Un abrazo