Cuando no sé qué hacer en las mañanas tibias de agosto me cojo mi palo y ando hacia arriba desde Echo hasta Urdués, y a mitad de ese camino que pliega el valle me entretengo, mirando desde arriba el silencio verde e íntimo del rincon que me cobija.
Austeridad y ternura. Las texturas de esa calle y esa pared, con sus líneas amables. El blanco y negro, intemporal, que nos trae los años 50 o 60 como si estuvieran todavía entre nosotros.
¿qué habrá sido de los dueños?
ResponderEliminarHabíamos acudido a un entierro, estábamos esperando.
EliminarUn abrazo
¡Romance de dos paraguas!
ResponderEliminar¡Cómo me gusta esta foto,
hasta le pondría música de vals!
Un abrazo
Eso lo vi más tarde, en cierta manera parecen estar hablando, sí.
EliminarUn abrazo
Me encanta. Da para todo tipo de asociaciones, hasta un encuentro entre dos caballeros elegantes o severos y dos paraguas enamoradas.
ResponderEliminarTambién me gusta lo demás que muestra la fotografía.
Un abrazo
Da para mucho esta foto, y la ausencia de título la hace más sugerente.
EliminarUn abrazo
Cuando no sé qué hacer en las mañanas
ResponderEliminartibias de agosto
me cojo mi palo
y ando hacia arriba desde Echo
hasta Urdués,
y a mitad de ese camino que pliega el valle
me entretengo,
mirando desde arriba
el silencio verde e íntimo
del rincon que me cobija.
Urdués no es muy conocido, claro. Fuimos a un entierro, aunque realmente estábamos en Aragües. Vamos de vez en cuando, y más que iríamos.
EliminarUn abrazo
Austeridad y ternura. Las texturas de esa calle y esa pared, con sus líneas amables. El blanco y negro, intemporal, que nos trae los años 50 o 60 como si estuvieran todavía entre nosotros.
ResponderEliminarTú, que sabes mirar, Xuan.
EliminarUn abrazo
Simulan a sus dueños.
ResponderEliminarPues sí, así parece ser, dueño y dueña.
EliminarUn abrazo