Son puertas rurales, entradas de carros, ganado... y el cuidado en la pintura dice mucho de los dueños. En la montaña de León, en los pueblos pequeños, he sido testigo de un renovado aprecio por lo que tienen, que les hace atender al máximo las fachadas, los cuidados florales. Tuvimos que llegar los de "fuera" para enseñarles que lo que tienen es "hermoso". Es curioso. Mi compañera no era consciente de la belleza del entorno de su pueblo hasta que yo, maravillado, se la fui mostrando.
En cierta manera. Nán, de esas puertas se deducen muchas cosas, si las miras bien, con tiempo y detenimiento, como ya hacemos nosotros. Es cierto que hay lugares en los que este tipo de cosas se protegen, allí y aquí, aunque producen en mí un efecto contradictorio: están, en general, desapareciendo y lo que les sustituye no tiene, para mí, mucho significado; no hay, en general, una idea estética de cómo hacer las cosas; buena parte de lo que vivimos, en nuestra infancia, con naturalidad, ahora forma parte de la "decoración" de cualquier vivienda de turismo rural. En fin, un mundo contradictorio, éste que vivimos. Pero interesante, claro.
Este tipo de puertas -su planteamiento, su estética, el cuidado o no, la pintura nueva o el abandono- siempre me ha atraído. Mucho.
ResponderEliminarA mí también, Pedro. Creo que son de los alrededores de Castrojeriz, más o menos. Ese año hice muchas fotos de este tipo.
EliminarUn abrazo
Son puertas rurales, entradas de carros, ganado... y el cuidado en la pintura dice mucho de los dueños. En la montaña de León, en los pueblos pequeños, he sido testigo de un renovado aprecio por lo que tienen, que les hace atender al máximo las fachadas, los cuidados florales. Tuvimos que llegar los de "fuera" para enseñarles que lo que tienen es "hermoso". Es curioso. Mi compañera no era consciente de la belleza del entorno de su pueblo hasta que yo, maravillado, se la fui mostrando.
ResponderEliminarEn cierta manera. Nán, de esas puertas se deducen muchas cosas, si las miras bien, con tiempo y detenimiento, como ya hacemos nosotros. Es cierto que hay lugares en los que este tipo de cosas se protegen, allí y aquí, aunque producen en mí un efecto contradictorio: están, en general, desapareciendo y lo que les sustituye no tiene, para mí, mucho significado; no hay, en general, una idea estética de cómo hacer las cosas; buena parte de lo que vivimos, en nuestra infancia, con naturalidad, ahora forma parte de la "decoración" de cualquier vivienda de turismo rural. En fin, un mundo contradictorio, éste que vivimos. Pero interesante, claro.
EliminarUn abrazo